Llevo 60 horas con Baldur's Gate 3... y sigo en el Capítulo 1

Pues eso, que llevo 60 horas jugadas a Baldur's Gate 3 y que sigo enfrascado en el primer capítulo. Es un poco menos de lo que jugué al early access, que sólo cubría ese capítulo, y ha vuelto a ser una experiencia única, tanto por lo mucho que había olvidado como por los cambios que ha sufrido el juego desde entonces. Cambios todos a mejor y que denotan que en Larian hay pasión por el rol, por D&D y que, francamente, están bastante chiflados. Porque Baldur's Gate 3 es una completa ida de olla, un pequeño tesoro en el mundo de los videojuegos, un título rodeado de una inocencia y una fuerza que tiene vocación de revolucionario.

Pero vayamos por partes. No quiero hacer de este texto una reseña o una crítica. Como dice el título, todavía no he terminado el primer capítulo (¡ni siquiera he llegado a Puerta de Baldur!) y no me atrevo. Me queda muchísimo de historia por descubrir, muchísimos personajes y lugares que descubrir y explorar. Sencillamente, soy consciente de haber únicamente rascado la superficie y no creo que fuera justo emitir una opinión completa al respecto. Pero, por otro lado, si no hablo reviento. Tengo que sacar muchas cosas que tengo en la cabeza y en el corazón o me volveré loco. Así que bienvenidos a mi divagación loca sobre el videojuego que, hasta la fecha, mejor plasma lo que es el rol y, especialmente, Dungeons & Dragons.

Baldur's Gate 3: sin aliento desde el minuto 1

Uno de mis baremos para medir lo mucho que me gusta un juego es la cantidad de capturas de pantalla que hago y lo mucho que escucho su banda sonora. Baldur's Gate 3 está rompiendo récords en este aspecto. No es un juego bonito: es jodidamente bonito. Modo foto ya, por favor. Larian ha conseguido plasmar un juego de rol en el que te quedas mirando cada escenario como un bobo, mirando estatuas, la arquitectura, los elementos naturales... En este primer capítulo hay bosque, playa, montaña, una aldea, subterráneos y el Underdark, con unas ruinas, torres de mago y bosques de setas. Hay más variedad de escenarios, cada uno con su propia paleta de colores y ambiente único, que en muchos juegos de rol. Y todos son preciosos.

Todo el lore histórico, los pueblos, las criaturas, los dioses y leyendas de Dunegons & Dragons y de Reinos Olvidados permea cada rincón de Baldur's Gate 3 y, así, si estamos explorando unas ruinas de una antigua ciudadela de Shar, vemos estatuas de la diosa adornando las paredes, elementos decorativos en forma de lunas nuevas, multitud de libros y notas que nos cuentan pequeñas historias de lo que ocurría en esa región cuando aún vivían ahí sus habitantes... Todo ayuda a contar una historia y nos invita a seguir explorando, investigando y curioseando, descubrir que hay detrás del siguiente recodo del camino.

Entre eso, que los escenarios son muy verticales y tienen cuevas, puertas secretas y cofres escondidos aquí y allá y que puedes hablar con los muertos y con los animales, pues el caso es que se me pasan las horas muertas hablando con todo el mundo, descubriendo secretos e historias perdidas y sintiéndome de verdad como un aventurero. Y lo más fascinante de todo es que Baldur's Gate 3 se adelanta en muchos casos al jugador. Recuerdo a una barda que está componiendo una elegía en recuerdo de su maestra, recientemente fallecida. Se trata de uno de los momentos más emotivos que he vivido en el juego hasta el momento, momento especialmente intenso porque estoy jugando con un bardo y que da como recompensa una pequeña cinemática con la canción más bonita del juego. Pues justo al acabar hay dos ardillas al lado, hablas con ellas, y están desesperadas las pobres porque, para sus oídos, la canción es un sinsentido y un ruido espantoso. Es decir, que hay alguien que ha puesto a un personaje suelto con su propia interacción, su propia canción y, además, ha escrito una conversación con dos ardillas que estaban por ahí en relación a esa interacción. Una. Completa. Locura.

Otra cosa que me ha vuelto un poco loco es la capacidad de Baldur's Gate 3 de ser reactivo al jugador. En el rol no pasa nada, el director de juego inventa sobre la marcha y es capaz de adaptarse en segundos a lo que hacen los jugadores, pero en un videojuego esto es muy complicado y está limitado por la programación. El caso es que en Larian han previsto tal cantidad de situaciones y han preparado tanto código que el juego responde de forma positiva a lo que el jugador hace en un número altísimo de situaciones. Siempre te vas a encontrar algo con lo que el juego no contaba y no estaba preparado, pero, aún así, es asombrosa la cantidad de formas en las que se pueden solucionar las cosas y que el juego te de opciones de diálogo en función a tus habilidades, conocimientos previos (puedes haber leído un libro con un fragmento de información clave), de tu clase o de tu raza, de las decisiones previas que has tomado, de si te has encontrado o no a otro personaje... 

Baldur's Gate 3 es un juego en el que estoy sintiendo que estoy creando la historia y que el mundo reacciona a mi y a mis decisiones, o a la falta de decisiones, porque la inactividad también es tenida en cuenta y, si tardas mucho en hacer algo, en vez de una persona te encuentras un cadáver. Los Reinos Olvidados existen y se desarrollan independientemente del jugador, es un mundo vivo y reactivo, y eso es algo que se ha visto muy pocas veces en un videojuego y, desde luego, no al nivel de Baldur's Gate 3.

Otra cosa que me tiene obsesionado es el nivel de detalle visual. Es una pijada, lo sé, pero ver los brocados de las vestimentas, el cariño del modelado de los escenarios, las expresiones de los personajes, cómo están animados los elementos naturales, las fosforescencias... A mi todas esas cosas me ayudan a ponerme en situación, me crean una atmósfera inmersiva. Y en relación a los personajes también es de recibo hablar de sus interpretaciones, que son de quitarse el sombrero. Tengo algunos problemas sobre cómo están escritas algunos diálogos y que creo que las dinámicas del grupo dejan que desear, pero no se puede decir nada en cuanto a la interpretación de los actores.

El caso es que, por una cosa o por otra, llevo dando vueltas 60 horas. Me he infiltrado en una fortaleza goblin, he salvado a una arboleda de la destrucción y, con ella, a un grupo de refugiados tieflings, he descubierto a un grupo de zhentarim y he comerciado con ellos, he explorado las ruinas de un templo de Sêlune, he paseado por una aldea destruida, salvado dos veces a un svirfnebli de sus captores, me he metido en el Underdark donde me he emocionado con la historia de un mago y su familia, reconstruida a retazos de documentos, tumbas y conversaciones con autómatas que hablan en poesía, he rescatado a gnomos de las profundidades esclavos, vengado a un bosque de micónidos, impedido una traición, bueno, varias; salvado a un cachorro de oso lechuza, adoptado un perro, acabado con una saga de los pantanos, abierto las páginas de un libro maldito y resistido a su magia (creo), encontrado los fragmentos de un bastón de hielo y lo he reconstruido, encontrado una fragua de adamantita, descubierto la pólvora, matado a dos drows, infiltrado en un culto chunguísimo de una "diosa" llamada La Absoluta que por su relación con los azotamentes ya me barrunto por dónde va la cosa, despreciado los favores de un gran diablo... 

Y lo mejor de todo es que conozco a varias personas que lo están jugando y ninguno hemos llegado a las mismas situaciones y resuelto los conflictos de la misma manera. No hay dos partidas iguales de Baldur's Gate 3, cada uno moldea su historia a partir de sus decisiones y su experiencia y eso es, en última instancia, el rol. 

Y sí, hay cosas que me rechinan. Es un juego que explica sus mecánicas fatal, pero fatal, con una UI muy poco clara que le pone las cosas difíciles al jugador, que añade una capa de complejidad adicional al añadir mecánicas Divinity al sistema D&D y que, al intentar construir sobre eso, se rompe; que entra en contradicciones como que mates en sigilo a un líder enemigo desde unas vigas en el techo, y que, automáticamente, toda su fortaleza te tenga localizado y te marque como enemigo, o que te echen la bronca unos duergars por matar a la criatura que te han pedido que asesines, o que muchas de las habilidades de los personajes estén mal explicadas y los números y bonos completos no aparezcan ni siquiera en la ficha de personaje o se apliquen mal directamente... Y sí, es cierto que se arreglado casi todos los problemas de los que hablé en su día, cuando jugué al early access, pero es la pequeña mácula que mancha, pero no eclipsa lo que es, hasta ahora, un videojuego único y ejemplar. 

Por ahora, Baldur's Gate 3 es eso. Uno de los juegos de año, de la década incluso, y para muchos de la historia. Uno de esos títulos que no puedes parar de jugar, que animan a hablar de ellos. No es un juego de quedar por encima del otro, sino de compartir experiencias con los amigos, de hablar de cómo se han resuelto las situaciones, de descubrir cosas que te has dejado y que "ya lo harás cuando lo rejuegue". Baldur's Gate 3 es un lugar donde experimentar, compartir y donde vivir. 

Y aún voy por el primer capítulo.