Baldur's Gate 3 sigue la máxima aquella de "Viaje antes que destino", que a pesar de estar ahora de moda por Sanderson y su Archivo de las Tormentas para mi siempre será Ítaca, de Constantino Cavafis, recordándonos que no hay que perder de vista el objetivo, pero que, cuando lleguemos, mejor nos irá si lo hacemos habiéndonos enriquecido con las experiencias del camino. Y esto es un poco lo que he sentido después de terminar Baldur's Gate 3: que el camino ha estado lleno de experiencias para recordar, pese a que al llegar a puerto lo que me haya encontrado haya sido mi reino (Ítaca) hecho unos zorros.
Las 60 horas del capítulo 1 que comenté hace un par de meses se convirtieron en 90 y, cuando los créditos desfilaron por mi pantalla, mi aventura había durado 160 horas, algo más si sumamos las repeticiones de combates y algunos rerolls y revisitar conversaciones para "ver qué pasaba". 160 horas de un viaje sin precedentes en el mundo del videojuego, 160 horas en las que me llevo un buen puñado de recuerdos, de momentos, de situaciones vividas y revividas, de más de 300 capturas para recordarlas (aunque lo primero que hice al terminar fue comenzar una segunda vuelta), de quedarme absorto con una melodía o un escenario... Todo lo que dije en el primer artículo lo mantengo. A día de hoy, Baldur's Gate 3 sigue siendo la mejor experiencia rolera que se ha hecho en un videojuego... Al menos los dos primeros capítulos.
Porque lo malo de los viajes es que acaban terminando y el cómo acaban tiene cierto peso en cómo vas a valorar toda la experiencia. Y me temo que el viaje prodigioso en el que te embarcas con Baldur's Gate 3 es, al final, un viaje a ninguna parte. Y sí, las experiencias que te llevas por el camino son muy buenas, muchas de ellas memorables, pero no he podido evitar, con el paso de las horas, quedarme con un regusto a cenizas.
Y es que no para de venir a mi cabeza una frase que dijo una vez Shigeru Miyamoto: "Un juego retrasado puede ser un buen juego, pero un juego lanzado de forma precipitada es siempre malo". Y Baldur's Gate 3, pese a los tres años en acceso anticipado y los seis de desarrollo, es un juego lanzado de forma precipitada, incompleto, con carencias importantes... aunque estas no se ponen realmente de manifiesto hasta que te adentras en el tercer y último acto y no se hacen realmente llamativas hasta el último tramo de juego. ¿Significa esto que Baldur's Gate 3 es un mal juego? No, pero sí. Es un juego que se desinfla, pero que tarda muchísimo en hacerlo. 160 horas dan para muchísimo. Lo malo es que su último tercio no hace justicia a lo demás y acaba estropeando la experiencia. Lo dicho: un gran viaje que no lleva a ninguna parte.
En primer lugar, no quiero hacer de menos el enorme trabajo y esfuerzo que hay en Baldur's Gate 3. Esto es algo que se puede apreciar desde la misma pantalla de título, con un tema musical potentísimo, una animación propia y multitud de detalles que ya te ponen en situación. El juego tiene un arranque vertiginoso y no tarda nada en presentarte a los primeros personajes y mostrarte sus motivos principales. El primer capítulo se despliega ante nosotros, mostrándonos sus opciones jugables, obligándonos a tomar las primeras decisiones importantes, teniendo las primeras conversaciones con nuestros compañeros... Viajamos por diferentes localizaciones, visitamos ruinas, campamentos, cavernas, ciénagas, bosques, el mismo Underdark y cada lugar nos bombardea con una enorme cantidad de secretos y de información que digerir.
El primer acto te deja sin respiración y hace promesas de lo que va a venir después. Fueron, en mi caso, 90 horas, lo que sería ya un juego completo en sí mismo, tanto en duración como en cosas que hacer. Sus misiones no son repetitivas y están estrechamente vinculadas con el mundo. Cada una aporta algo diferente y enriquecen la experiencia global. No tenemos que hacer de recaderos o "matar a X criaturas". Tenemos que salvar a una chica de una saga de los pantanos, infiltrarnos en una fortaleza goblin, rescatar a un chico del canto de unas arpías, interceder entre una diabla y un cazador, enfrentarnos a los seguidores de la regente del Averno... Todo mientras se cierne sobre nosotros una Espada de Damocles en la forma de una larva de azotamentes alojada en nuestro cerebro y que amenaza con transformarnos y convertirnos en una criatura temible.
Las misiones están muy bien escritas y, como he dicho, enriquecen el mundo, lo hacen más grande y nos permiten conocer mejor los Reinos Olvidados y a sus gentes. Pero también hay que estar atento a las pequeñas historias que nos cuentan los libros y notas que nos encontramos en cofres, librerías o, simplemente, encima de los escritorios. Baldur's Gate 3 está repartido por mil y un pequeños lugares y depende mucho del jugador y de sus ganas de explorar de hacerse con todas las piezas del puzle. El juego premia al jugador minucioso e interesado y no siempre la recompensa debe ser entendida como un objeto mágico o un poder misterioso, sino también descubriendo una historia perdida o recibiendo una información que nos permita unir los hilos más allá de lo que nos cuenta la historia, permitiendo conocer sus entresijos. Esto es algo que muy pocos juegos se atreven a hacer, sobre todo por el nivel de compromiso que requiere dedicarle horas de trabajo y de desarrollo a algo que lo más seguro es que el 90% de los jugadores nunca vayan a ver. Personalmente, en algunos momentos me he sentido igual que con Planescape Torment, con ese cariño por la narrativa, por la importancia de "conocer" para progresar en la historia y en la posibilidad de resolver conflictos gracias a ese conocimiento adquirido gracias a la motivación del jugador de querer saber.
Como he dicho, es el primer acto el que nos permite conocer cómo funciona Baldur's Gate 3 y nos da las herramientas de cómo enfrentarnos a las situaciones que nos propone. Aprendemos la importancia que tienen nuestras decisiones en la trama, en que siempre suele haber más de una manera de enfrentarse a las situaciones, en que merece la pena explorar e investigar para tener la mayor cantidad de información disponible. Y este primer acto da paso a un segundo, mucho más contenido, más concentrado y, para mi, el mejor en su conjunto de todo el juego.
El segundo acto es el término medio. El escenario es más reducido que en los otros dos y hay menos cosas que hacer, pero todo está absolutamente interconectado. Hay una historia de fondo, una tragedia familiar, que se va descubriendo poco a poco, como un oso que se despereza después del invierno. Cada misión secundaria nos permite ahondar en el terrible mal que asola la tierra y en cómo se llegó a él, mientras que nuestros avances por infiltrarnos en el culto de la Absoluta y conocer a sus dirigentes nos permiten a conocer a una nueva colección de personajes, a cada cuál más pintoresco. No tengo miedo a decir que el pueblo de Reithwin y su alrededores, como la Clínica, el Templo de Shar o la posada son de lo mejor que tiene todo el juego.
La oscuridad de este capítulo, la decadencia que lo domina todo, impregna a la historia de un aura especial. Personajes como Balthazar, Kar'niss, Gerringothe, Thisobald o Malus me recordaron al mejor Bloodborne y ese aura de muerte y de corrupción, no sólo de sus cuerpos, sino de sus almas. Cada uno de ellos aporta algo a la gran historia de las tierras malditas de la familia Thorm y hacen que llegar a Alzaluna se convierta en algo más que nuestra siguiente etapa, sino en un imperativo para conocer al responsable de que esta tierra próspera se convirtiera en un infierno de sombras. La subtrama de la Canción Nocturna se entreteje de forma magistral con la historia de Corazón Sombrío y la propia trama principal, además de con los avances de la historia de los refugiados tiefling y otras cuantas ramificaciones más. El segundo acto se siente como un todo que forma parte de un mundo vivo y más grande. Y, por supuesto, tenemos su final, en el que la historia da un salto cualitativo y de complejidad, entroncamos con la historia de los Reinos Olvidados y de los pasados Baldur's Gate y nos prepara para los desafíos que nos esperan en el tercer capítulo.
Y entonces llegamos al tercer acto, que es donde todo comienza a derrumbarse. Y entendedme, tiene grandes momentos. Por fin llegamos a Baldur's Gate, esa ciudad que ha resonado a lo largo de toda la historia, y podemos explorar sus calles y hablar con sus gentes. El juego ocurre justo después de Descenso a Averno, la campaña de rol, y se hacen referencias a los Hellraiders, Zariel, la caída de Elturel y los acontecimientos vividos por el duque Ravengard, pero también a la delicada situación de la ciudad, desbordada por los refugiados de las tragedias pasadas y asolada por las inminentes, como es la amenaza del culto de la Absoluta y la ascensión de un tirano como nuevo Gran Duque.
Es en Baldur's Gate donde se produce el desenlace de todas las historias, incluidas las de nuestros aliados. Es donde Gale tiene su cara a cara con Mystra, donde Corazón Sombrío se enfrentará a la verdad sobre su pasado, es la ciudad donde Cazador tiene su morada y en dónde Astarion logará culminar su venganza, donde Wyll podrá finalmente reconciliarse con su padre y afrontar su destino... Todos los caminos acaban en Baldur's Gate y, de hecho, el juego hace un gran trabajo con estas pequeñas historias, dando peso a cada personaje y creando momentos únicos. La historia de Cazador y de Astarion la tengo grabada a fuego, por su intensidad, sus implicaciones y, sobre todo, por la magistral, pero magistral de verdad, interpretación de los actores y la dirección de las cinemáticas, que me afectaron profundamente.
Esto, de todas maneras, es una constante a lo largo de todo Baldur's Gate 3. La calidad de las interpretaciones y lo grandiosa que es la banda sonora ayudan a crear momentos realmente emotivos y que conectan con el corazón del jugador. Si habéis sido curiosos y habéis leído algo por ahí, se ha hablado mucho de Karlach, la tiefling bárbara, y de su ánimo alegre y divertido, pero yo me quedo con la tragedia de fondo de su historia y de la rabia contenida del personaje. Cada vez que la veía sufrir, que veía que su destino fatal la acechaba, se me partía el alma. Su rabia, expresada de forma sincera y desgarradora, es uno de los mejores ejemplos de las grandes interpretaciones con las que está salpimentado Baldur's Gate 3.
Me encanta tu blog, muy fan de todo lo que escribes. Gracias y no dejes de seguir escribiendo en el. Un abrazo y larga vida al rol!.
ResponderEliminar¡Gracias por tu comentario! Me alegro de que te guste el blog :)
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