La Rosa del Profeta es una de las obras más desconocidas de Margaret Weis y Tracy Hickman y, a la vez, una de las más interesantes. Es curioso cómo esta pareja (profesional) tiene un buen montón de obras publicadas, pero poca gente recuerda más que la Dragonlance de ellos. Sí, es posiblemente su saga más conocida e influyente pero, a mi modo de ver, está lejos de ser la mejor, honor que ostenta El Ciclo de la Puerta de la Muerte. Pero hay muchas sagas que escribieron en los 80 y en los 90 y que la gente desconoce, como la Espada de Joram o, la que nos ocupa, La Rosa del Profeta.
¿Por qué es tan interesante esta obra? Pues, para empezar, porque hace un intento serio por alejarse de la tradicional fantasía occidental y se adentra en los misterios de oriente. En segundo lugar, porque es una historia mucho más contenida que la Dragonlance. Vale, tiene toques de épica y al final sigue yendo de salvar el mundo, o algo por el estilo, pero lo hace con un recogimiento especial. En tercer lugar porque contempla ciertos elementos LGTBI interesantes, no muy desarrollados, es cierto, pero para una obra de los 80 ya es mucho.
La Rosa del Profeta
Pero posiblemente la mayoría de vosotros no conozca La Rosa del Profeta. Si me apuráis, tampoco a Weis y a Hickman. La fantasía actual posee un número muy limitado de autores de los que, indudablemente, el más conocido es Brandon Sanderson, que además destaca por su prolífica pluma, pero también hay otros nombres como Patrick Rothfuss, Joe Abercrombie, Steven Erikson, Robin Hobb... Vas a las librerías y ves las estanterías llenas de sus libros, pero encuentro una falta alarmante de títulos antiguos, casi como si nos hubiéramos olvidado de los clásicos.
No digo ya que tengamos una traducción decente de Gormenghast, obra capital de la fantasía prácticamente desconocida en España (y también en inglés, dicho sea de paso), pero sí algo más de Michael Moorcock, Guy Gabriel Kay, Louise Cooper, Ursula K. LeGuin y una miríada de escritores y escritoras sobre las que se cimenta la fantasía. Y, posiblemente, en este nicho, tengamos a Margaret Weis y Tracy Hickman, que vale, no escribían grandes obras que pasarán a la posteridad, pero que sí que son grandes cuentacuentos que entretienen, emocionan y divierten como pocos.
En esta línea se mueve La Rosa del Profeta, una trilogía que se embarca en el mismo tren que Las Mil y Una Noches y nos mete de lleno en la mitología árabe, en los cuentos del desierto, de Aladino y Simbad, y nos presenta un plantel de personajes muy alejados de la fantasía tradicional. Estos son, quizás, los valores más destacados de esta obra en la que la forma es, sin duda, más importante que el fondo.
El primer acierto de La Rosa del Profeta es en la elección de sus protagonistas, especialmente si hacemos referencia a Mateo, el joven clérigo que sufre un naufragio y acaba siendo vendido a una tribu de beduinos. El joven sufre un profundo choque cultural, ya que ha abandonado su abadía y sus libros (proviene de una ambientación Europea medieval) para recalar en una civilización de tribus nómadas en el desierto. Nosotros, los lectores, somos Mateo y a través de sus ojos descubrimos juntos todo este nuevo mundo.
Los otros dos grandes protagonistas de esta saga son Khardan y Zohra, príncipe y princesa de dos tribus rivales que reciben el mandato divino de unirse en matrimonio, para gran desespero de ellos, de sus temperamentales padres y sus enemistados pueblos. Y aquí es donde la cosa comienza a liarse, porque el dios de estos beduinos, el caótico Akhram, se encuentra en una encrucijada, ya que se acerca una guerra entre los dioses, una guerra que sabe que le dejará profundamente debilitado y quiere preparar a su pueblo para las penurias que habrán de venir.
Djinn y Efreets
En La Rosa del Profeta muchos de sus personajes son los mortales que ejercen de singulares peones en el juego de los dioses, un juego que, si bien dirigen, no son capaces de controlar plenamente. Así, los hombres sirven a los dioses, pero los dioses también dependen de su fe para sobrevivir y medrar. Pero también hay muchos personajes que poco tienen de humanos: son los inmortales, servidores directos de los dioses, y que adaptan muchísimas formas, acordes con la de su dios.
Lo divertido de estos inmortales es que encarnan los valores de sus dioses de forma ejemplar y son contemplados de formas muy diversas. Por ejemplo, Mateo no lo sabe, pero Asrial, una ángel de Promenthas, su dios, tiene como misión que no le ocurra nada malo. Los ángeles tienen prohibido el contacto con sus protegidos, son reservados, prudentes, píos y voluntariosos... Y luego tenemos a los djinn. Los djinn son servidores de Akhram, el Dios Errante, y tienen una relación directa con sus protegidos. De hecho, hasta los acompañan en sus borracheras, combaten con ellos, alimentan a sus amados corceles y los atienden en sus necesidades.
Así que no tenemos uno, sino dos choques culturales, dos formas diferentes de meternos en este nuevo mundo lleno de conflicto y pasiones. Los seguidores de Akhram viven la vida de forma intensa y se dejan llevar por las emociones con facilidad, son temperamentales y aman y odian con enorme facilidad, maldicen en voz alta y encuentran disfrute en las pequeñas cosas de la vida. Los personajes de este mundo desértico son un caldo de cultivo de tramas conflictivas, de discusiones y de relaciones tumultuosas.
La Rosa del Profeta tiene ese punto de telenovela, en la que las pasiones muchas veces hablan más que las cabezas, en la que uno se da cuenta que bastaría con que los personajes se sentaran a hablar tranquilamente para resolver sus problemas, pero en el que la tradición y el orgullo siempre se cruzan en el camino de las buenas intenciones. Los personajes son falibles, son un poquito más reales que esas figuras de perfección arquetípica, y te vives con ellas con sus fallos y aciertos, sus éxitos y sus fracasos.
Y repito lo de antes. No estamos ante una saga de libros que te deja boquiabierto por su complejidad, con sus tremendos giros de guion, con su profunda reflexión sobre el mundo. Es una obra sencilla, ramplona a veces, que, precisamente porque no pretende ser nada grande ni pomposo, se envuelve en lo exótico y entretiene muchísimo.
Un guiño a lo inclusivo
Tengo que reconocer que lo que voy a contar ahora es un poco de memoria, ya que en mi lista de pendientes es volverme a leer estos libros, así que puede que con una relectura encuentre detalles que me rechinen, ya que no dejaron de estar escritos hace 30 años, pero sí que me gustaría hablar de la impresión que me causaron ciertos elementos de la trama, los relacionados con algunos elementos LGTBI que aparecen. Y atentos, que aquí puede haber un poquillo de spoiler.
Y bueno, poco más que añadir de estos libros. Baste decir que son lectura ligera, entretenida, sin más pretensiones que la de pasar un rato divertido. Destaca por su ambientación, por huir de los maniqueísmos y los elementos tradicionales de la fantasía y por sus elementos inclusivos. La recuerdo con mucho cariño, más porque la leí en plena adolescencia que porque fuera memorable; y con el tiempo he llegado a apreciar más lo que intentaba. Aunque sólo sea por eso, creo que merece vuestra atención.
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